MISERICORDIA DIVINA - CORONILLA
1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo. 2. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir: "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero." 3. En las cuentas pequeñas del Ave María: "Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero." 4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces: "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero." |
Te recuerdo, hija Mía, que cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. [D, 1572]
El viernes 13 de septiembre de 1935, el Señor le reveló a santa Faustina este poderoso medio para obtener la misericordia de Dios para el mundo. Ella lo escribe así:
Por la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la ira de Dios. Tenía una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la nube salían rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente cierto lugar, por ciertos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi súplica era nada comparada con la ira de Dios. En aquel momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no me atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante sentí en el alma la fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de Dios (...). Me puse a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mí. Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros. [D, 474,475]
(...) Cada vez que entres en la capilla, inmediatamente recita la oración que te enseñé ayer. [D, 476]
Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia. [D,687]
A las almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte. [D,754]
Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla; las entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. [D,848]
Escribe: cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso. [D,1541]
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