VIA CRUCIS

En el nombre del Padre…

Oremos
Oh Dios omnipotente y eterno que has dado como modelo a los hombres a Cristo tu Hijo, nuestro Salvador, hecho hombre y humillado hasta la muerte en cruz, haz que en las pruebas de la vida participemos íntimamente en su pasión redentora, para obtener la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

I. Jesús es condenado a muerte

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los míos habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí (Jn 18,36).
Pilato trataba de librarlo, pero ellos no quisieron. Pilato les dijo: «¿Voy a crucificar a su rey?». Los sumos sacerdotes respondieron: «No tenemos otro rey que el César». Entonces al fin se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo llevaron (Jn 19,15-16).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

II. Jesús carga con la Cruz

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota» (Jn 19,17).
El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores (Is 53,4).
El que quiera venir conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga (Mt 16,24).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

III. Jesús cae por primera vez

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Aunque no había cometido crímenes ni había engaño en su boca. El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento (Is 53,9-10).
El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades (Is 53,5).
Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados (Sal 17,5).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

IV. Jesús encuentra a María

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Simeón [...] dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el alma (Lc 2,34-35).
¿A quién podré compararte? ¿A quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaré, para poder consolarte, virgen hija de Jerusalén? Porque tu desastre es inmenso como el mar: ¿quién te sanará? (Lam 2,13).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

V. Simón de Cirene ayuda a Jesús
a cargar con la Cruz

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús (Lc 23,26).
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1,24).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

VI. Una mujer enjuga el rostro de Jesús

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro (Sal 22,7).
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros (Is 53,2-3).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

VII. Jesús cae por segunda vez

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Pero yo soy un gusano, no un hombre; la gente me escarnece y el pueblo me desprecia (Sal 22,7).
El soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros (Is 53,4-6).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

VIII. Jesús consuela a las mujeres

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos (Lc 23,27-28).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

IX. Jesús cae por tercera vez

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Me invaden el temor y el temblor, y el pánico se apodera de mí. Si fuera mi enemigo el que me agravia, podría soportarlo; si mi adversario se alzara contra mí, me ocultaría de él. ¡Pero eres tú, un hombre de mi condición, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce amistad (Sal 55,6.13-15).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

X. Despojan a Jesús

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: «No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica (Jn 19,23-24).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

XI. Jesús es clavado en la Cruz

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Taladran mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos (Sal 22,17-18).
Era mediodía cuando lo crucificaron (Mc 15,25).
Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca (Jn 19,28-29).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

XII. Jesús muere en la Cruz

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena (Jn 19,25).
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido» (Jn 19,30).
Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró (Lc 23,46).

(Puede añadirse: Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)

Comentarios

Entradas populares de este blog

ORAR SIN DESANIMARSE